Team "Todo lo que tenga piernas!"

sábado, 17 de abril de 2010

Contigo- Capitulo 2

Ring, Ring. Situé mis manos a ambos lados de su rostro, absorbiendo la belleza infinita de su rostro ovalado e inmaculado. Ring, Ring.
-          Eres tan hermosa- susurre para mi mismo
-          Y tu también. Je- dijo jadeando contra la piel de mi cuello. Desplegó su preciosa sonrisa enseñando sus perfectos dientes blancos. ¿Acaso lo había echo? ¿Podía ser posible? ¿No será que ella era ciega? ¿O Tal ves sufriría de ataques temporales de demencia? ¿Lo había dicho? Creo que si. Había dicho, que yo, Frank Anthony Iero era “hermoso”. No, seguramente oí mal. ¿Como una diosa podía creer que yo era, si quiera la mitad de hermoso de lo que ella era? Yo no le llegaba ni a los talones. Ring, Ring. Maldito ruido corta leche. Ring, Ring.
-                      ¡Diablos!- refunfuñó. retiró su mano izquierda de mi cabello y tomo algo del amplio bolsillo de su pantalón. Miró el número en su celular con miedo y asombro y me izo señas para que no hiciera ruido. Oh, no. ¿Y si era su novio? Claro, idiota. Una chica tan bonita seguramente tenía novio.
-                      Hola mamá ¿Qué ocurre?- inquirió mientras intentaba calmar su respiración. Debo admitir que una oleada de alivio recorrió mis venas en cuanto oí que llamó a ese desconocido que inoportunamente nos interrumpió “mamá”
-                      ¿Dónde estas? Ya son las 9:00 deberías haber llegado hace 15 minutos- repuso su madre del otro lado de la línea con autoridad e inquietud en la vos.
-                      Aún estoy en el parqué con los perros. Me dormí. Y perdí la noción del tiempo, lamento haberte preocupado. Enseguida voy a casa
-                      ¿Qué ocurre? Tú vos se oye rara ¿Estas bien? – algo llamó mi atención en cuanto dijo la última parte. Sonó como si en realidad quisiera decir “¿Qué estas haciendo? o ¿Con quien estas?” Tal ves estuviera alucinando por la falta de oxigeno o por que mis pensamientos libidinosos nublaban mi mente.
-                      Nada, es que he estado persiguiendo a los perros y estoy extenuada, solo eso. Ya estoy yéndome para la casa. Adiós- colgó. Me aparto de enzima suyo muy educadamente pero con firmeza y se incorporó de un salto, empezó a recoger sus cosas del piso sin siquiera mirarme. Tan solo me izo una seña con los ojos para que me levantara del edredón (aún estaba tirado con cara de imbesil esperando a que me diera una explicación.)
-                      Debo irme- susurró
-                      Lamento haberte retenido- reí entre dientes. No hice nada que ella no hubiera querido que hiciera.
-                      No es tu culpa, yo debería haberme dado cuenta de la hora- Cuando ya acabo de recoger tomo a Milo y a Leah y empezó a caminar hacia la salida del parque
-                      Emm…Dame a Leah, déjame ayudarte-
-                      No, yo puedo-
-                      Por favor Sam- me miró con el rostro crispado por la preocupación y el miedo. ¿Qué acaso iban a azotarla con un látigo por llegar tarde o encerrarla en el sótano sin comer por una semana? Sin ganas de empezar una discusión con migo me tendió a Leah y reanudo la caminata acelerada.
En el camino de vuelta no me atrevía hablarle, temiendo que empezara a despotricar sin razón, pero la culpa me estaba consumiendo y no pude resistirme a preguntarle
-          Lamento si he hecho algo que pudiera ofenderte…Solo es que…yo…-Maldita sea mi vos temblorosa- Lo lamento- se detuvo en seco parándose frente a mi con ademán decidido. Con su mano libre me acarició la mejilla con la palma
-          No te disculpes- sonrío- No me he ofendido. La culpa ha sido mía por que te he besado de sorpresa, y probablemente tú no querías hacerlo y solo quisiste ser tierno conmigo- Si claro, yo no quería besarte. Ja- Todo esta bien, todo va a estar bien- no pareció muy convencida de lo que dijo.
-                      ¿No van a asesinarte ni nada parecido solo por llegar tarde no?- rió con esa vos musical suya
-                      No lo creo, pero me la juego a que se lo están pensando muy seria mente. Al menos mi madre si- rió otra ves pero de manera tan a amarga que pareció mas un lamento- Ella es muy estricta- Dicho esto nos sumimos en un silenció en el que percibí que ella no quería que le preguntara nada más. Caminamos por un par de calles mientras nos acercábamos a una zona de duplex. Eran casas grandes de 2 pisos con el porche espacioso. Nos detuvimos en cuanto llegamos a una gran casa blanca que tenía un viejo roble en el patio delantero con persianas de madera y una puerta de caoba roja. Me recordó a la casa en la que vivió una de las victimas de las películas de Freddy Cruger.
-                      Bueno será mejor que ya me valla- musité esperando a que ella me pidiera que pase. Pero solo se limitó a asentir y tomó a Leah de mis manos. Me despedí a regañadientes
-                      Frank espera- ¡Si!- Te has olvidado algo- ¡Diablos! Sacó de su bolsillo un papel escrito con lápiz a mano y me lo entrego- Adiós- Entró en la casa y yo me quede solito. Mirando a la puerta como un idiota aun esperando a que me invitara a pasar para poder terminar lo que habíamos empezado en el parque. Luego de un par de minutos acabe por rendirme ante la cruda realidad, y caí en la cuenta del papel que me había entregado. Lo abrí y decía “Samanta Austen 555-682-952”  Sonreí con todas mis ganas y me fui dando saltitos hasta mi casa, que, curiosamente quedaba a pocas calles de la suya. Caminé así como ensoñado, recordando al ángel del parque que me beso de improvisto con sus labios de porcelana. Como sería que estaba idiotizado por rememorarla que mientras cruzaba la calle con el semáforo en verde recibí varios bocinados y el saludo sincronizado de barios dedos y puños.
Me paré frente a la puerta de mi casa y saque las llaves del bolsillo del pantalón. Caminé como un muerto y me metí en la ducha, abrí la llave del agua caliente e ignoré como casi me queme vivo, mientras me despojaba de mis ropas poco a poco. Me senté en el piso de baldosas hirvientes deslizando mis manos jabonosas por mi cuerpo caliente como un radiador. Casi sin darme cuenta recorrí la zona de mi bello púbico hasta llegar a la base de mi miembro.
Me masturbe completamente ausente, soñando con una chica que sabía que no podía poseer. Una niña que llevaba la virginidad tatuada en la frente como si fuera un cartel del tamaño de esos que se ven en la carretera. Tan joven que podría pasar por mi hermanita o incluso mi hija (Esta bien, en eso estoy exagerando). Tan inocente que, quien sabe donde podría acabar después de que cogiera con ella. Pero que sentido tenía pensar en los infinitos contras, cuando los pros eran tan pocos y convincentes que no cabía duda que al final mi instinto sexopata iba a mantenerse impune ante la razón.

2 comentarios:

  1. Annie!!! Me ha dado mucha risa la parte en la que el se queda esperantop invitandola a pasar jajajaja Te ha quedado genial el capi, me saque de onda con eso de la masturbacion jajaja annie como dices, nada es privado para ti jaja bah!! sigue escribiendo asi, me encanta la historia!

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  2. Wow! Nena, me encantó el capi! Me resulta muy fácil imaginarme cada escena, el parque, la casa.. genial, Annie!
    Un beso.
    T.

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