Team "Todo lo que tenga piernas!"

viernes, 19 de marzo de 2010

"La Mahdalena" parte 3

Grcias a las chika spor la ayuda...

Si tan solo ella le hubiera estado prestando atención a algo que no fuera los labios de Acheron sobre los suyos abría notado que Ash entro en su departamento sin usar llaves, o que el interior era enorme, pero que adentro casi no habían muebles, solo una mesa con 1 silla. En la cocina no había refrigerador, tampoco utensilios para cocinar.


Esas caricias demasiado persuasivas, que la hicieron perderse en un sin fin del mas delicioso de los aturdimientos.

Ella estaba demasiado acalorada, sentía que alguien había encendido el radiador al máximo dentro de su cuerpo. ¿Se pregunto a si misma como era posible que aquel hombre la incitara tanto? Solo se estaban besando, y, a pesar de eso, se sentía tan excitada, que por un segundo se llego a creer que aquello era incorrecto. Claro, esta impresión se le borro en el mismo instante en el que Acheron, (que estaba pendiente de sus pensamientos) murmuró sobre sus labios.

- Te juró solemnemente que mañana por la mañana no vas a poder mover un músculo. Me excitas demasiado- soltó en un gruñido bajo y gutural.

O si, no le cabía ni una sola duda de esas 2 cosas.



El sol ilumino su piel como una caricia. Los tenues rayos hacía que sus párpados se vieran rosados por dentro.

Abrió los ojos con cuidado y se descubrió envuelta en unas sabanas blancas suaves como la seda.

En su rostro se dibujaba una sonrisa enorme que parecía iluminar la habitación más que los mismos rayos del sol.

No recordaba muy bien como había llegado hasta la cama. Antes de quedarse inconciente, estaba entre la encimera y los brazos de Acheron. Si, Ash le había dicho su nombre.

Su olor estaba por todas partes. Esa perfecta esencia de sexo y hombre mezclada.

Leda suspiró y rodó desde su costado para quedar boca arriba.

- Esto es demasiado bueno para ser cierto. Me tire al hijo de Brat Pitt y Leonardo Di Caprio- su sonrisa se ensanchó, y solo entonces notó que estaba hablando sola. Acheron no estaba en la cama. Se incorporó y se dio cuenta que estaba parado en el umbral de la habitación sonriéndole abiertamente. Su piel desnuda refulgía al sol con ese brillo dorado suyo.

Vestido esta genial, denudo y en la oscuridad, pero que mucho mejor. ¡Pero desnudo y en pleno día! Uf, no se como aun no lo e metido a la cama para echarle otro polvo.

La sonrisa en el rostro de Ash se izo aun más grande.

Se acercó a la cama con esos andares felinos suyos que lo hacían ver tan jodidamente sexy, y se recostó junto a ella. Estrecho su cuerpo delicado entre sus brazos y aspiro el aroma floral de su cabello rubio.

Es demasiado buena para alguien como yo. Pensó con desdén, mientras venían a su mente los recuerdos.

Como ella le besaba el rostro con ternura cada vez que tenía un orgasmo.

La sensación de sus manos rodeando su hinchada verga.

Como su cuerpo se contraía con cada arremetida.

Como su nombre se veía envuelto en la dulzura de su voz cuando gritaba de placer.

Y otra vez, sus dulces besos.

Lo había besado en todos los sitios posibles con toda la ternura del mundo.

Definitivamente, era demasiado buena.

- ¿Sabes? No se a que te dedicas Ash, pero creó que el sexo se te da mucho mejor que cualquier cosa que hagas. ¿No has considerado dar clases?- ambos soltaron un carcajada. El estrechó a Leda con más fuerza entre sus brazos. Ella se dio la vuelta para poder besarlo una vez más.

Sabía a la perfección que esto no iba a durar. Que no era más que una relación de una sola noche, pero sin embargo, como iba a extrañar sus besos. Iba a extrañarlo a el.

Acheron era misterioso y salvaje. Sobretodo en la cama.

Se sonrojó cuando recordó cuantas veces lo habían echo y en todos los lugares.

Sentían dolor en fugares donde no se imaginaban que se podía sentir. Incluso a Ash lo había dejado sorprendido y eso que el podía dar cátedra acerca de los lugares donde se puede sentir dolor y las forma de provocarlos. Lo había experimentado en carne propia y eso dejaba marcas en su piel. Pero, acurrucados en los brazos del otro se sentían ligeros y más felices de lo que recordaban haber sido en mucho tiempo.

- Tú tampoco te quedas atrás. Nunca creí que una mujer pudiera ser tan flexible. Juro que pensé que bromeabas cuando me metiste en el armario. Y otra cosa. Tienes unos pulmones de acero ¿No? Casi me quedo sordo.

- Lo siento- se disculpó apenada.

- No hay problema. Valió la pena

- Sin lugar a dudas…

El día anterior, cuando Acheron entró en su cafetería favorita y se encontró a la oráculo no supo que esperarse.

Muchas personas no se imaginan a un oráculo como una joven y hermosa mujer que aparentaba unos 20 años, con el pelo rubio dorado, rostro en forma de corazón con ojos verdes y labios carnosos. Y mucho menos que esta viviese encima de una cafetería del distrito comercial.

Todo pensaba que los oráculos eran ancianos venerables con larguísimas barbas blancas envueltos en túnicas grises. Que caminaban a paso lento y con joroba.

Cuando le dijo: Creo que te vendría bien darte una vuelta por la parte baja de la cuidad. Realmente pensó que se trataba de uno de sus acertijos. Los oráculos disfrutaban de manera casi morbosa, su tarea de desconcertar a todos. Por una ves, a Acheron le hubiera encantado que ella se limitara a decirle ve hasta tal lugar y has tal cosa, para evitar o confuir tal otra. ¿Les era tan difícil ser claros por una vez en su vida?

En cuanto llego a las bodegas de la ciudad, donde se reunía la calaña de la sociedad, vio que en el callejón más oscuro un hombre de aspecto nauseabundo se disponía a violar a una hermosa mujer.

No se imaginaba que luego de salvarla, acabaría llevándola a su departamento y luego a su cama…y el piso, en la bañera, contra la pared, sobre la mesa, la encimera, dentro del armario. Y para cerrar con broche de oro, todo esto condimentado con un poco de chocolate fundido y crema batida.

Se consideró a si mismo como el hombre mas afortunado del mundo. Hasta que calló en la cuenta de que cuando ella se marchara, por que, en efecto, ella debía marcharse (su mundo era muy peligroso) la iba a echar tanto de menos.

Frunció el ceño por un momento y pensó que, todo muy lindo pero que ahora era hora de que leda se marchara…para no volver a verla nunca, y solo velar desde las sombras que donde sea que ella se encontrara, fuera lo mas feliz posible…

Ella noto su rostro y se pregunto en que pensaría.

- Creo que deberías irte ya, debe haber alguien preocupado por ti- ahora ella frunció el ceño. Acheron ya quería que se fuera. Se había permitido olvidarse que esto no podía acabar en nada serio y ahora la realidad le caía como una bofetada en el rostro.

- Si, creo que tienes razón.- ella se levantó de la cama y empezó a buscar su ropa. Busco en todos los lugares que había recorrido tratando de recordar en que momento se habían desvestido. Pero en su tercer recorrido vio el montículo multicolor sobre las sabanas blancas, entre las piernas bronceadas de Acheron, que ahora no se veía tan alegre. Su rostro se encontraba en total calma y no detonaba ninguna emoción. Ya no parecía el caballero de blanca armadura o el amante maravilloso, solo como otro hombre que la observaba como si no se conocieran en lo mas mínimo. Sus ojos se llenaron de lágrimas por el dolor de su pecho. Tu no significas mas para el que un condón usado, le dijo su voz interior.

- Ven-la llamó Acheron, con el corazón partido. Su dolor le dolía más que el propio. Ella significaba mucho para el. Le dolía en el alma que pensara lo contrario. Leda se acercó obediente mientras Ash se incorporaba y abría los brazos. La mascara que había creado se le vino abajo en cuanto ella lo estrecho con fuerza.

Se abrazaron en silencio durante un período de tiempo inmensurable. Ambos deseaban no soltarse nunca.

- Nunca de olvidaré, arribos- su vos se oyó mas triste de lo que supuso. Tampoco se dio cuenta de lo que le había dicho.

- Tampoco yo, Acheron- la voz de Leda se quebró y rompió en débiles sollozos. En verdad no quería dejar a Acheron. El necesitaba de alguien que lo hiciera sentir querido, y esa persona quería ser ella. Lo anhelaba son todo su corazón.

El al separó de su cuerpo solo unos centímetros para limpiar con su dedo las lágrimas que resbalaban en su rostro. Le dedicó una sonrisa un tanto melancólica y luego sed agachó para tomar su ropa del piso y vestirla como si fuera una muñeca de porcelana.

Se propuso a memorizar la sensación de su piel tan suave, su olor, su sabor. Esos mismos recuerdos lo atormentarían si no los eliminaba ahora, lo mejor era ser frió y cruel para que ella lo odiase, pero por alguna razón la idea le causaba escalofríos.

Oficialmente estaba jodido.

- ¿Puedo pedirte un favor antes de que te vallas?- le preguntó una vez acabó de vestirla. Ella asintió tratando de contener las lágrimas.- ¿Te molestaría sonreír para mí una vez más?- se limpió los ojos con el dorso de la mano e izo un esfuerzo sobre humano por hacerlo, pero por mas que lo intentaba no podía.

A el se le partió el alma al verla tan triste, y la besó con dulzura.

El beso fue largo y tierno. Ninguno de los dos quería que se acabara nunca pero tuvieron que separarse a regañadientes.

Ella le regaló una sonrisa abierta y antes de tomar su bolso del piso decidió que ella también quería algo de el.

- ¿Ahora yo puedo pedirte algo?

- Claro

- ¿Podrías quitarte las gafas?- el no supo que decirle. En realidad lo sabía, la respuesta era no, pero en ese momento no se sitió capas. Cerró los ojos con fuerza y contempló lo sumiso que se había vuelto gracias a esa mujer. Cuando los abrió se las quitó ante los asombrados ojos de ella. Sus ojos plateados eran hermosos.

estuvo apunto de preguntarle si el era ciego pero luego se mordió la lengua. Si lo fuera no le habría dicho cosas acerca de su aspecto.

El rostro de Acheron se endureció otra vez, pero ella izo caso omiso y le acaricio el rostro con gesto de ternura

- Gracias. Tienes los ojos mas hermosos que e visto- le susurró. El se quedó helado ante semejante confesión. Esos ojos, los ojos de un destructor, que habían sido los causantes de su desgracia desde el día en que nació. A ella le parecían hermosos.

Se sintió débil y apunto de llorar por la emoción pero reprimió sus emociones y se permitió acariciar la mano que ella tenía en su mejilla.

Ella se inclinó para darle un último beso, que desearon que durara eternamente.

Ash la acompañó hasta la puerta y la sostuvo.

Ella lo miró por última vez.

- Gracias por todo, Acheron- algo le dijo que se refería a mucho más que un buen revolcón y a que la recatara.

- Fue un placer-

Ella se marchó por el pasillo hasta el ascensor, mientras escuchaba como la puerta de su departamento se cerraba. Respiró profundamente tratando de no llorar y pensó que no debía estar triste después de haberla pasado tan bien.

Que no debía sentirse tan mal si lo de anoche solo había sido el mejor polvo de su vida, aun que sabía que no era eso lo que le dolía. El echo de saber que jamás volvería a ver a su héroe.

El “tin” de las puertas de ascensor la saco de sus pensamientos y se metió dentro. Una ves en movimiento de dio cuenta de que ya no tenía miedo y sonrió.

Mientras seguía pensando en el maravilloso hombre que estaba en el tercer piso, las puertas se abrieron y apareció en el vestíbulo. Estaba todo iluminado por los rayos solares que entraban por las puertas de cristal. El lugar se veía mucho más bonito de día que de noche. Las plantas parecían rebosar de alegría y las paredes casi brillaban.

El octogenario seguía durmiendo placidamente con la boca abierta y se pregunto si alguna ve despertaría.

Una pequeña muchacha entró por las puertas de grueso cristal con una sonrisa en el rostro y una maseta con azucenas entre los brazos. Su delicado rostro le pareció vagamente familiar. Paso junto a ella con el pasó firmé y le sonrió de esa manera tan cálida lo que aumento la sensación de deja buh. Pasó de largó y saludó al hombre del escritorio que dio un salto en cuanto ella lo llamó

- Buen día, Frank- ella caminó hasta el ascensor y las puertas se abrieron solas antes de que tocara el botón.

Leda salió del edificio y una oleada de dolor la atravesó como un puñal. Pero entonces pensó el la maravillosa noche, en el hombre hermoso, sus manos, sus ojos, sus labios, y el regalo que le había dado. En todo lo que habían compartido. La había echo sentir como una mujer invencible, y se lo agradecía.

- Gracias por todo, Acheron. Ojala seas muy feliz.



La puerta se abrió sin necesidad de que ella golpeara.

Entró sin más y se encontró con que el departamento era extrañamente luminoso.

- ¿Te quiere morir? Cierra las cortinas- le soltó dejando la planta en el piso y su bolso mientras se acercaba a cerrar las cortinas

- Cállate- musitó desde la cama. Estaba desnudo y se había recostado boca arriba. Ella olió el aire y lo miro extrañada

- ¿De follaste a una humana anoche?

- ¿Te importa?- respondió de forma agria. Ella se encogió de hombros y luego de cerrar las persianas se fue para la cocina y empezó a parlotear sobre que en el vestíbulo había visto a una mujer que el día anterior le compró un café y un bizcocho de chocolate, pero el dejo de prestarle atención.

Miró fijamente el techo y tomo las sabanas envolviéndoselas en torno a la cara.

Pensó en la canción que rondaba su mente y suspiro un verso.

- “Dueña de un corazón,

Tan cinco estrellas,

Que, hasta el hijo de un dios,

Una vez que la vio,

Se fue con ella.

Y nunca le cobró

La magdalena.” Ojala tu también seas feliz, Leda…Nunca te olvidaré




Para Leda

1 comentario:

  1. Annie mori ... que capitulo tann genial .... te quedo super .... aaaa senti el dolor d elos dos .... pero te quedo herrmosisisisiimooo.. que lidno regalito apra Leda ...
    Ash!!!(se me hizo agua la boca)

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