Team "Todo lo que tenga piernas!"

miércoles, 20 de octubre de 2010

Entre la verdad y el amor- Capitulo 22- Adoro a Jasper!!

Awww, gracias a todas. Adoro sus cometarios. Encerio Bua, voy a llorar Aww.va dedicado a Paula, y brith Byeee disfruten

- ¡Ya deja de gritarle!

- ¡Es una niña inútil! Su obligación es permanecer en casa con su verdadera familia en lugar de tontear por allí con niñatos ricos dando lastima ¡Es una irresponsable!
- ¡Eso no es cierto Alan!
Era peor que el sonido de una ametralladora, que el sonido de la explosión de una bomba, que el silbido de un látigo cortando el aire para impactar en la piel.
- ¡Eres un bastardo!
- ¡No me llames bastardo zorra mal agradecida!
Jasper tarareaba una suave nana en mi oído mientras, conteniéndome en sus brazos, me mecía como si fuera una niña.

- Ya Annie, todo va a estar bien.
Ojala pudiera creerle. Los gritos continuaban sin cesar por horas y horas.
Jasper fiel e incansable continuaba cantándome.
- “Tu eres mi estrella, mi única estrella, me haces feliz, cuando el cielo es gris”

- Cierra la boca, mujer ¡Esta es mi casa y se hace lo que yo digo!
- ¿Tú casa? ¡Esta era la casa de que mis padres me dejaron a mí! Así que, según tu lógica, tú deberías hacer lo que yo digo.
- ¡Ja! No ha llegado el día en el que un Rivera le haga caso a una mujer. ¡Y sobre todo a una muerta caminante!

- Calla, pequeño bebé, no digas más. Papá un ruiseñor te comprará. Y si ese ruiseñor no canta ya. Papa un anillo de diamantes de comprará… amm. No se me ninguna mas Annie, lo siento- me sorbí las lágrimas. Los brazos de Jasper se ciñeron a mí alrededor. Sus dedos, limpiaron con cuidado las lágrimas de mis ojos. Me estremecí por el gélido roce, aun que se lo agradecí.
Mi mundo se caía a pedazos, cada ilusión, cada sueño quedo rezagado al olvido tan rápido que no me dí cuenta.
- Vamos Annie. Voy a sacarte de aquí- Tan fácil como si fuera una almohada de plumas, se levanto del suelo junto con migo y me cargo en sus brazos hasta la ventana. Me tense en seguida en sus brazos
- ¡Jasper! Ni se te ocurra tirarme desde la ventana. No soy de granito como tu Jass, me lleno de moretones cada vez que me lanzan entre ustedes. No soy un balón de basketball.- se detuvo. Sus penetrantes ojos dorados se clavaron en mí, y un micro-segundo después sus ojos brillaron con una idea.
- Muy bien. ¿Te parece si llamo a Alice para que venga a recogernos?
- Claro, pero siempre que no me estés lanzando de un lado al otro ¿Sabes? Las puertas pueden ser realmente útiles para salir y entrar de un edificio.- el puso los ojos en blanco y me dejo con mucho cuidado en el suelo
- Con todo respeto, creo que estas dramatizando. – le fruncí el ceño. Le di la espalda y me levante la camiseta exponiendo el largo cardenal que me cubría la mitad de la espalda y que tenía la forma de su brazo. Me dí la vuelta y lo miré desafiante. El agachó la cabeza avergonzado- Lo lamento, tienes razón. En cuanto los ánimos se calmen nos iremos ¿Te parece bien?
- Si- asentí aliviada, me había salvado de los moretones… al menos por ahora

Pasaron varias horas entre las peleas y los gritos, para que Jasper y yo pudiéramos salir. Decidimos que esperaríamos hasta que no hubiera nadie en la sala, como para poder salir corriendo.
A veces olvidaba que mis padres ignoraban el que Jass pudiera entrar a mi habitación trepando las paredes de fuera.
La casa Cullen seguía igual de hermosa. Allí estaba en pie, blanca, calida, apacible, acogedora. Pero nunca lograba sentirme cómoda allí. Nunca supe precisar la razón. Tal vez fuera por que, pasar tan tiempo con personas con prejuicios hacia los no-muertos acabó por pegarme algo de eso. Sin embargo, nunca me sentía cómoda allí, entre todos aquello seres perfectos y refinados.
Jasper froto mis hombros, y me estremecí por la falta de costumbre al frío- en este tiempo que el había pasado con migo, había tratado de tocarme lo menos posible-, aun que le agradecí que tratara de reconfortarme. Sabía lo reacio que era a las muestras de cariño. Tal vez por repulsión, o simplemente por que no quería. El caso es que se lo agradecí.
La casa, aun que hermosa y acogedora como siempre, se veía extrañamente bacía sin sus ocupantes.
Según lo que me había dicho Jass, Edward y Bella habían salido de casa, curiosamente hace unos minutos. Alice fue de viaje de compras con estúpida- Roxigenada- Cullen y Emmett en Seattle, ¿haciendo que? Ni idea. Jasper no me dijo, yo no pregunte.
En fin, Esme visitaba a Carlisle en el hospital, por lo que, teníamos la casa para nosotros solos. Al principió fue un poco escalofriante.
Pasamos más de 10 minutos parados en la sala de estar mirando al piso sin hacer absolutamente nada. Pero luego, por increíble que parezca. Jasper rompió el silencio de la manera más insólita del mundo.
- Ya empiezo a sentirme poco interesante. Lamento no ser un milenario dark-hunter. Desgraciadamente para ti, soy solo un aburrido vampiro de algunas muchas décadas.

Ese día conocí un lado de Jasper que jamás me hubiera imaginado.
- ¡Oh Dios! Jasper ¡Puedes reír! Llamen a los medios, ¡La octava maravilla del mundo!- le hice un exagerado gesto de asombro mientras el continuaba riéndose, por lo bajo y escondiéndose agachando la cabeza, pero al fin y al cabo, la risa es la risa. Y Jass se veía realmente lindo cunado sonreía. No es que no fuera lindo, es solo que, verlo reír, aun que fuera así, lo hacía parecer casi humano… Si quitamos la palidez cadavérica y la temperatura refrigerante, claro esta.
- No es para tanto- afirmo calmándose, tomo, con un fluido movimiento, una cuchara de plata del cajón y la colocó sobre el elegante plato de porcelana donde descansaba lo que parecía ser un pequeño trozo de pastel ¿Qué, para que tienen unos vampiros que no precisan comida un pastel de chocolate? De eso tampoco tengo ni idea. Pero en fin, el pastel estaba rico.
Jass se había sentado frente a mí en la barra de la enorme cocina mientras sonaba una suave música de fondo en el reproductor de la sala.
Era un lindo ambiente. Reír y conversar con Jasper, que era la última persona con la que me imagine pasándola bien alguna vez.
- ¿Por qué nunca antes te había visto reírte?- le inquirí, su mirada dorada se torno divertida
- No estas mucho por aquí. Aun que tienes razón, no suelo reírme demasiado. Pero si me río mucho cuando estoy con Alice- el soltó un pequeño suspiro soñador- Alice me hace reír- la frase salió de sus labios como si cada palabra fuera invaluable. No me costo mucho captar el sentido oculto en su oración.
“Alice me hace reír”= “Alice me hace feliz”
Baje la vista hacia el precioso plato de porcelana fina. No quise agobiar a Jass luego de semejante confesión-por lo que me guarde mi descubrimiento para mi misma-, de la cual, parecía que empezaba a arrepentirse.
El era el único amigo que me quedaba o eso parecía y no quería arruinarlo todo con el. Por eso me concentré en los delicados bordes dorados del plato, que, no me cabía duda de que debían ser de oro. O, si no, también en los finos tallados de la cuchara y me sentí un poco incómoda. Sin saber la razón.
Entonces me di cuenta de algo. Aquella epifanía atravesó mi mente con aquella rapidez supersónica con la que las grandes ideas le surgen a uno casi de la nada.
No era el prejuicio hacia los vampiros lo que me ponía incomoda en aquella casa…era.
- ¡Me siento pobre!- exclamé en vos de grito. Jasper salto en su asiento asombrado, luego su mirada recayó en mí con sumo desconcierto. Juraría que en ese momento estaba cuestionando mi cordura.
- ¿Disculpa?
- Es por eso que me siento incomoda aquí- dije mas para mi misma que para el- No es nada de “ellos deberían ser cadáveres podridos”- el rió por lo bajo
- Interesante declaración
- No es eso, siempre me sentía incomoda aquí y nunca supe por que. Ahora lo se ¡Me siento pobre!- el parecía no comprender mi punto así que me esforcé lo mas que pude en calmar esa extraña excitación que uno siente cuando a descifrado una de esas incógnitas indescifrables- Es que, todo aquí es precioso, delicado, fino. En resumen, increíblemente costoso lo que es igual a, completamente inalcanzable.- Jasper enarcó una elegante ceja rubia mientras sus labios esbozaban una extraña sonrisa burlona
- Así que estar en una casa habitada por vampiros insomnes que cazan animales para poder existir civilizada mente no es lo que te incomoda ¿si no el echo de que nuestras posesiones materiales te sean económicamente lejanas?- su risa resonó por las paredes como si fuera el canto de un ángel aun que era un sonido grave y masculino.
- Mas o menos, si ¿Te parece gracioso?
- Más o menos, si- imitó mis palabras, le fruncí el ceño y le lancé un trozo de pastel juguetonamente, el cual atrapo en su mano y luego lo arrojo al lavamanos. Mi ceño fruncido se incremento. Maldita sea, tenían que ser todos tan jodida mente ágiles. Se limpio la mano con una servilleta y luego me miro- No quise ofenderte. Es solo que… creo que acabamos de vivir un “Momento Bella”
- ¿Un que?
- Así es como Edward mencionaba a aquellas ocasiones en las que Bella, siendo humana, actuaba completamente fuera de la normal.
- ¿Cómo es eso?
- Tomando como ejemplo tu sensación de incomodidad. Bella tenía unos curiosos malestares similares a los tuyos.-
- Mmm...- lo medite un segundo ¿Qué rayos podía tenía yo en común con Bella? Aun que era intrigante- ¿Cómo cual?
- Pues, y no le digas a Edward que yo te dije- nos reímos al mismo tiempo- La primera vez que Edward trajo a Bella aquí, ella temía no agradarnos. No le importaba que fuéramos vampiros.
- Oh, claro… Por eso somos anormales, no nos preocupa que sean muertos andantes. ¡Discúlpame por tratarlos como personas normales!
- Ja, en verdad te lo agradezco. – de repente guardo silencio. Su rostro ya no se venía alegre, parecía distante. Era desilusionarte ver que luego de haberla pasado tan bien hacía unos minutos, Jasper se volviera tan frío de repente. O no lo se, tal vez estuviera pensativo. El caso es que conté mentalmente hasta diez. Dieses después Jasper se aclaro la garganta. Sus ojos se clavaron fijos en los míos.- No quiero que vallas a la audiencia en la reserva- lo miré atónita un segundo. Su repentina declaración me había dejado en blanco por lo que tarde un par de minutos en organizar mis ideas ¿Eso estaba pensado?
- Si, claro- le espeté- Te despedazaran en cuanto pongas un pie dentro de su territorio.
- Lo se. Pero debo hacerlo solo- Traducción: No le tengo miedo a un montón de perros.
En sus ojos brillaba el orgullo y la resolución. Parecía muy convencido de poder arreglárselas con los lobos el solo. Desgraciadamente para su resolución, yo no pensaba ceder ni aun que me encadenara y amordazara en una mazmorra.
- No me cabe duda de que seas un culo duro de patear Jass- el arqueó una ceja mientras hacía una mueca de desagrado ante el término “vulgar” que había aprendido leyendo la saga de Kenyon. Yo me encogí de hombros. El frunció el ceño. ¡Hey! Los Dark hunter no eran tan malos- Lo que quiero decir es que, no vas a ir allí sin mi. No permitiré que te maten. Somos amigos- su mirada se ensombreció al igual que todo su rostro, en ese momento si parecía el asesino sin alma que había clamado ser durante los primeros días de nuestra nueva y extraña relación.
- ¿Prefieres defender a un asesino que a una pobre humana?
- Ella ya estaba muerta cuando llegaste Jass- le tranquilicé, pero sin embargo a el no le importaba.
- Podría haberla ayudado, si tan solo pudiera controlarme, podría haberla salvado- su vos se torno en un lamento distante. Sus ojos atormentados parecían estar revivido los sucesos de aquel día. Incapaz de soportar ver esa angustia en sus ojos me levante de mi asiento y corrí a abrazarlo. El podía sentir mi dolor. MI necesidad de reconfortarlo y lo sabía.
Jasper se creía un monstruo desalmado e indiscriminado, un asesino incapaz de lograr el autocontrol. Ese evidente menosprecio que sentía por si mismo se sentía como veneno corriendo por el cuerpo de los dos. Imparable y corrosivo.
Jasper temía tanto perderse a si mismo.
Acaricie su cabello tiernamente, en un fútil intento por reconfortarlo.
- No podías Jass, solo no podías. Era demasiado tarde para llevarla a un hospital, y tampoco podías convertirla. Estaba muerta.
- Si lo estaba, pero sin embargo me alimente de ella como si fuera un animal. Podría haberla llevado al pueblo, informar a la familia de su muerte, que tuviera un entierro cristiano. Darle a su familia un lugar donde llorarla.
- No, no- susurré como si fuera un niño al que su madre arrullaba- No Jass, solo fue un accidente. El oso la mato Jass, no tu. Tu solo…
- Solo bebí su sangre antes de que empezara a coagularse sacando partido de que por estar muerta no podía sentir sus emociones. Bebí de ella “Mientras estaba fresca” y luego destrocé el cuerpo para que el olor atrajera a los carroñeros y acabaran de comérsela- escupió con despreció.
- No te dejaré ir solo Jasper- rectifique firme. Jass suspiró frustrado por mi obstinación, aun que, creo que en el fondo me agradecía que lo acompañara. No entendía esa actitud suya de esconderse de su propia familia ¿Es que no confiaba en ellos?
Sus brazos me envolvieron gentilmente, antes de apartarme con suavidad. Siempre con los modales de un perfecto caballero sureño.
Sus ojos, ahora, parecían albergar un pequeño rastro de ternura. Tal vez me había cogido cariño. Sonreí en mi fuero interno. Jasper estaba aceptándome. Poco a poco, empezaba a confiar en mí.
- Jacob estará allí. Lo sabes- Uh, golpe bajo. El sabía que solo mencionarlo era suficiente para hacerme encoger y por lo general el nunca lo hacía.
Sentí una punzada de dolor y culpa atravesándome. Tuve que hacer un gran esfuerzo para no echarme a llorar y salir corriendo. Pero, en el fondo sabía que era una buena señal.
Estaba usando su último recurso, ya que la intimidación y las órdenes no le surtían efecto.
A fuerza de voluntad, me obligue a mi misma a erguirme ante el. Aparte todas las imágenes de Jake de mi cabeza -como pude- pero lo hice.
- No me importa, iré contigo- Jasper suspiro y cerro los ojos, seguramente maldiciendo que fuera una testaruda. Al final, los abrió lentamente y me miró ahora suplicante.
- Por favor, Annie. No quiero verte sufrir. Lo siento Annie, cada ves que solo piensas en el, siento como te destroza